De repente, aparece ese terrible olor a tabaco que te recorre todo el cuerpo y solo consigue empeorar las cosas. Consigue hacerte recordar esos días en los que te echaba el humo en la cara, sin contar las veces que iba directamente a la boca. Esos días en que todo de daba lo mismo con tal de estar con él, a tu manera, a la suya. Entonces una ráfaga de aire no demasiado frío te roza la cara, y has creído sentir su piel acariciándote otra vez. Has creído sentir sus labios vocalizando un 'te quiero' en los tuyos. Pero ya no hay sol, no hace calor y vas tapada hasta el cuello. Estás sola y sin ganas de nada. Sin ganas ni si quiera de que vuelva y te suelte: 'me equivoqué'.
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