La pregunté si alguna vez se había enamorado. Me respondió: "¿Enamorarme? A mí esas cosas no me pasan."
Pero sabía perfectamente que mentía, todos los sabíamos, siempre que miente arruga de una manera extraña la nariz. Además hacía mucho tiempo que nadie hablaba de él. Nunca lo hemos hablado mucho, porque sabíamos poco. Cuando apareció él, se la llevó. Durante meses no supimos nada de ella, y vivíamos en la misma ciudad. Pero sé que la hizo sentir como nadie, las pocas veces que hablaba con ella siempre me decía lo mismo: "Si te hace feliz, no hay más que pensar." Y tenía razón, la hacía feliz, la hacía la persona más feliz, más guapa y más perfecta que haya conocido.
Hasta que llamó a mi puerta llorando, esperando sencillamente el abrazo de alguien que había abandonado durante meses por amor. Pero ese amor se había roto, y la había destrozado. Estaba hecha pedacitos y yo les veía, veía como cada parte de su cuerpo iba perdiendo ese esplendor que tenía cuando estaba con él. Ya no era la misma, ni iba a volver a serlo en mucho tiempo. Yo no podía hacer nada, sólo abrazarla y esperar, quererla porque lo necesitaba, estar ahí. La verdad es que yo hace mucho tiempo que me di cuenta de que estar enamorado es una putada. Y él fue la mayor putada de su vida.
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