el tronco se torna ceniza y con ella el humo,
el que sabía que llegaría,
con el que tejeré mi destino,
con el que procuraré olvidarte,
llega y se vuelve niebla,
no,
no fuerces el corazón ni el alma,
no intentes verme,
contempla abatida y atónita
el cotidiano espectáculo del fin del amor,
mira en mi la prepotencia de un ser
en la lucha contra el dolor,
aún a sabiendas de que me corroerán
las entrañas, los abrazos sin hallarte,
volveré a fabricar mi sonrisa de barro,
emergerá un ignominioso orgullo de las heces
que hace tan solo unos minutos fue,
se impondrá la hipocresía del querer en mí,
mientras se disipan las brumas seré piedra,
se hará la luz y no seré,
tal vez tú seas.
Kutxi Romero
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