Hagamos un trato:
Yo te llevo el desayuno a la cama, no digo una vez ¿eh? digo todos los días de mi vida.
¿Fútbol? Lo justo. Algún partidillo, poco más.
Y te prometo que jamás tendré tripa.
A cambio de eso, no te pido nada, simplemente, que estés conmigo.
Ese es el trato.
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